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La creación de Yugoslavia
La idea de una federación yugoslava (es decir, de los eslavos
del sur) es muy antigua. Fue el ideal de los sectores más avanzados, de los
liberales en la primera mitad del XIX. Ellos pensaban (con razón) que era la
precondición para romper el lastre feudal, crear un sentimiento nacional
unitario y desarrollar las fuerzas productivas. Esta idea se fue convirtiendo
en un objetivo para las masas de croatas, eslovenos y serbios sometidos a los
Habsburgo, especialmente desde que Serbia conquistó su independencia. El
Movimiento Ilirio de los Eslovenos, Croatas y Serbios fue mayoría en el
parlamento de Zagreb entre 1906 y 1918.
Uno de los principales resultados de la I Guerra Mundial fue la
creación del Reino de los Serbios, Croatas y
Eslovenos (Yugoslavia a partir de 1929), bajo la dinastía serbia de los
Karageorgevic. Su territorio era similar a la de la Yugoslavia de Tito, salvo
por la península de Istria, que permaneció en poder de Italia. Este nuevo
país fue la consecuencia del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro, tras
su derrota. Pero su aparición no fue artificial, sino que conectaba con los
deseos de las masas. En julio de 1917 el Comité Yugoslavo (grupo de emigrados
burgueses de Croacia y Eslovenia), con el patrocinio de Estados Unidos y Gran
Bretaña (interesada en crear un Estado fuerte que frenara a Austria por el
sur), y Serbia, llegan al acuerdo de defender al final de la guerra una
Yugoslavia monárquica; al acuerdo se unen Montenegro (que acaba de destronar
a su rey) y representantes bosnios y herzegovinos. En septiembre de 1918, una
Junta Nacional dirigida por el esloveno monseñor Korosec toma el poder en
Zagreb y proclama la unión de eslovenos, croatas y serbios.
En diciembre de 1918 nace el nuevo Estado, que desde el
principio es incapaz de aunar –como no podía ser de otra forma– los intereses
de los diferentes pueblos y clases sociales. Ni la homogeneidad eslava (las
minorías nacionales no eslavas, como las de albaneses y húngaros, tenían poco
peso en el conjunto del reino), ni la experiencia común de la opresión
nacional sufrida durante siglos, podían ser una garantía de solución al
problema nacional. Sólo un aumento significativo del nivel de vida, basado en
el desarrollo de las fuerzas productivas, unido a un respeto exquisito de los
derechos de todas las nacionalidades, podía lograrla. Pero esto no lo podía
conseguir una clase social en crisis en todo el mundo, como era la burguesía,
y menos en una zona atrasada, donde ni siquiera era capaz de eliminar la
reliquia feudal de las testas coronadas. Aunque se toman algunas medidas para
favorecer el capitalismo (se reparten los latifundios, en beneficio
fundamentalmente de la burguesía agraria11), Yugoslavia es un país atrasado,
donde el 80% de la población son campesinos y el analfabetismo alcanza el
50%.
En breve tiempo la monarquía y la burguesía serbias demostrarán
a las masas su incapacidad para solucionar las contradicciones nacionales y
sociales. En 1921 se aprueba una Constitución centralista, a medida del
chovinismo serbio. Las burguesías de las diferentes nacionalidades estimulan
los enfrentamientos nacionalistas, de forma muy parecida a lo que ocurre tras
la desintegración de la Yugoslavia titista; la principal contradicción se da
entre los serbios, nacionalidad dominante, y los croatas, la minoría más
importante. |