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Crisis, nacionalismo y lucha de clases
La contestación a esta situación se reflejó en el aumento de las
tendencias nacionalistas, fundamentalmente por parte de croatas y kosovares.
La cuestión nacional no había sido superada, sino sólo aplazada. Cuando el
régimen burocrático entró en crisis abierta, tras la muerte de Tito en 1980,
el equilibrio entre las diferentes burocracias nacionales se convirtió en una
lucha encarnizada entre ellas, en la que utilizaban como arma argumentos nacionalistas.
A esto hay que añadir que el desarrollo producido desde la II Guerra Mundial
no fue homogéneo en todas las zonas; mientras Croacia y Eslovenia se
convertían en Repúblicas industrializadas y tenían un nivel de vida más alto
que la media, en Macedonia y Kosovo seguía teniendo gran peso el campesinado,
y el nivel de vida se mantenía bajo. Aun así, hay que decir que en Kosovo
éste era bastante más alto que el de Albania, y ésta fue la razón fundamental
por la que la mayoría albanesa de Kosovo no se sentía atraída hacia una
posible unificación con Albania; hasta el desmembramiento de Yugoslavia, la
lucha de las masas kosovares no tuvo como bandera la separación, sino la no
discriminación con respecto al resto de nacionalidades yugoslavas.
La crisis capitalista mundial iniciada en 1973 tuvo dramáticos
efectos en Yugoslavia, iniciándose entonces la pendiente descendente del
régimen. Del 73 al 86 la media de crecimiento anual de la economía fue sólo
del 3,3% (la más baja con diferencia de los regímenes burocráticos de los
Balcanes). A finales de los 80 la situación era insostenible para las masas:
en 1987, el paro es del 14% y la inflación del 170%. El nivel de los
salarios, que en 1979 era de 120.000 pesetas al mes, cae a 22.000 en 1988. El
índice de pobreza pasa del 19% en el 79 al 60% en el 88.
La clase obrera responde con huelgas y manifestaciones. Ya en
1968 se habían producido más de 2.000 huelgas. En 1987 se producen 1.570
huelgas, en las que participan 365.000 trabajadores, según datos oficiales.
"La ola de paros que tuvo lugar durante los tres primeros meses de 1987,
a consecuencia de una congelación retroactiva de los salarios, hizo temer una
explosión. Pero estas huelgas espontáneas siguieron desorganizadas y, en su
mayoría, se saldaron con fuertes subidas salariales"21. El 6 de julio de
1988 miles de trabajadores croatas y serbios de la ciudad de Vukovar ocupan
el Parlamento Federal. Hasta el último momento, la clase obrera intentó poner
su sello en la situación, frente al chovinismo desbordado de cada burocracia
nacional, que bajo una máscara nacionalista preparaba su reconversión en
nueva burguesía.
Desgraciadamente, como sabemos, fueron las diferentes camarillas
nacionalistas, respaldadas y azuzadas por los diferentes imperialistas (en
primer lugar, los alemanes), los que protagonizaron la situación, envolviendo
toda la zona en el espectro del odio nacional, la destrucción, las
privatizaciones salvajes y la omnipresencia de la mafia. Las masas de la
clase obrera no podían elaborar, sobre la marcha, una alternativa completa de
sociedad al régimen titista, una alternativa auténticamente socialista,
basada en el mantenimiento de la propiedad estatal de la economía y en el
control obrero del Estado, en un marco de genuina democracia obrera. Éste era
el papel que debía haber jugado un partido revolucionario, que no existió.
Los trabajadores de toda la zona todavía están pagando este hecho, pero la
historia revolucionaria de los Balcanes inevitablemente resurgirá, y su rica
experiencia será utilizada para acabar con esta pesadilla y pasar del
"reino de la necesidad" al "reino de la libertad", al
socialismo. Acontecimientos como la lucha contra la dictadura de los
coroneles griega, o, más recientemente, la revolución albanesa de 1997
(grandes hechos imposibles de tratar aquí), nos anuncian que así será. |