Empieza la Resistencia yugoslava

 

Los nazis y fascistas y sus numerosos colaboradores sometieron a Yugosla-via al terror de masas. La guerra supuso la muerte del 10% de la población. Sólo en los campos de exterminio fueron asesinadas 700.000 personas. Los ustasha se destacaron por la masividad y el salvajismo de sus matanzas. Herman Neubacher, enviado nazi a los Balcanes, escribe en un informe a Hitler: "Cuando los dirigentes de los ustasha dicen que han exterminado a un millón de serbios (incluyendo a recién nacidos, niños, mujeres y viejos), pienso que exageran para vanagloriarse. Según los informes que he recibido, evalúo el número de personas desarmadas que han sido muertas en sólo tres cuartos de millón"13. En cuanto a otras minorías, se calcula que asesinaron a tres cuartas partes de todos los judíos de Croacia y Bosnia y a prácticamente todos los gitanos.

La oposición armada fue obra de dos grupos: el Partido Comunista de Yugoslavia (que contaba con 36.000 militantes en 1940) y los chetniks del general Drazan Mijailovic. Los chetniks eran nacionalistas serbios, ferozmente monárquicos y anticomunistas; se enfrentaban de forma sectaria a los croatas y musulmanes bosnios, pero eran incapaces de organizar una resistencia real a los alemanes o italianos. De hecho, en la medida que crecía la fuerza de la Resistencia comunista, los chetniks entraron en colaboración con el general Nedic y las tropas invasoras. Mijailovic y 12.000 de sus hombres participaron en la ofensiva de éstas, de la primavera de 1943, contra los partisanos de Tito, en Herzegovina.

La guerra de liberación de Yugoslavia fue una gesta histórica. En sólo tres años, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN, dirigido por el PCY) fue capaz de liberar casi todo el país, sólo con el limitado concurso (en la fase final) del Ejército Rojo. El terror masivo y la miseria llevó a decenas de miles de yugoslavos a participar en la Resistencia (el MLN contaba con 300.000 partisanos a comienzos de 1944), que luchó heroicamente contra cuatro ejércitos extranjeros (incluyendo el nazi, el más poderoso de Europa tras el soviético), contra los colaboracionistas de Nedic y los chetniks, contra los ustasha, y contra los Jóvenes Musulmanes en Bosnia, la Guardia Blanca en Eslovenia y la VMRO en Macedonia (todos grupos pro-nazis).

Derrotar a todas esas fuerzas reaccionarias, sin el apoyo de los aliados, hubiera sido imposible sin un programa por el que valiese la pena luchar e incluso morir. Un programa que, desde luego, no podía ser la Yugoslavia monárquica, capitalista y opresora de las minorías nacionales. El atractivo del MLN era que luchaba por una Yugoslavia federal, democrática y que diera satisfacción a las profundas aspiraciones de las masas: eliminación de las grandes propiedades agrícolas, banca pública, un nivel de vida digno, etc. Aunque el PCY no lo reconocía, esto sólo podía realizarse rompiendo con el capitalismo, es decir, nacionalizando y planificando las grandes empresas y la banca y socializando, aunque fuera paulatinamente, la tierra.